Bienvenidos a nuestros paseos-

"Este blog pretende ser el mosaico en el cual se plasmen, en imágenes, esos momenticos de los que intentamos disfrutar cada semana siempre y cuando las obligaciones familiares nos lo permitan. No buscamos grandes hitos, ni grandes hazañas, lo único que perseguimos es disfrutar, unas horas a la semana, de los regalos que nos proporciona la madre naturaleza. Esto nos sirve para cargar las pilas para comenzar una nueva semana. ¿Qué mas podemos pedir?"
Esperemos que os gusten las imágenes que recogemos en nuestros paseos y si os animáis a hacer alguno de ellos, encontraréis, en cada reportaje un enlace que os llevará a la ruta que previamente hemos descargado en Wikiloc.

jueves, 15 de octubre de 2015

Los Arribes del Duero.

Duración.- 1 hora y 40 minutos.
Desnivel acumulado.- 9 metros.

Esta es una prueba más de que con frecuencia se suele viajar a miles de kilómetros para conocer en primera persona algún idílico destino de esos que aparecen en las guías de viaje, pero también es cierto que también dejamos de ver otros que, aunque cercanos, nadan tienen que envidiar a los primeros. Los Arribes del Duero es uno de esos destinos, poco publicitados, a los que merece la pena acercarse aprovechando un fin de semana.

Con una extensión de 106.000 hectáreas y unos 180 kilómetros de cañones fluviales esta zona situada en la frontera de las provincias de Zamora y Salamanca con la vecina Portugal nos ofrece cascadas, grandes paredones rocosos de más de 200 metros de altura e increíbles miradores sobre el curso del río Duero. Este parque natural, compartido por España y Portugal, posee su terreno perfectamente horadado por los cursos de los ríos Duero, Águeda, Esla, Huebra, Tormes y Uces lo que posibilita que sean navegados bajo la atenta mirada de las especies que habitan el lugar. Especies como buitres, águilas reales, almizcles, cernícalos, cormoranes, etc...

El microclima que este paraje disfruta hace que abunden los olivos, los naranjos y los limoneros. Sobre todo en la orilla portuguesa que es más agradecida que la orilla española. En esta última orilla vivieron hasta 10 familias de cabreros que se las ingeniaban para ganarle la partida al hambre. Entre sus hazañas cuentan como los cabreros ataban a sus mujeres, más ligeras, con una cuerda y las descolgaban por los farallones rocosos hasta los nidos de las águilas para quitarles la caza que éstas traían para sus polluelos. De la misma manera colocaban a los pollos los botijos que colocaban a sus cabritos para que no comieran más de la cuenta. Pero para esto último tenían mucho cuidado de que los polluelos no muriesen ya que se les acabaría el servicio a domicilio de la comida.

Para finalizar conviene decir que Los Arribes se formaron allá por el periodo terciario. Periodo en el cual se produjo un progresivo levantamiento del este de la península y una clara inclinación hacia el océano atlántico. Esto provocó que el río Duero ocupara una grieta y conformara este fantástico lugar.



Comenzamos nuestro paseo fluvial a la altura de la "playa del Rostro"... 
... en donde está situado un pequeño embarcadero desde el cual zarpa un barco...
... con el que vamos a navegar por este maravilloso rincón natural.
Zarpamos...
... rumbo al sur...
... contemplando atónitos la gran belleza de un lugar...
... que nos sorprenderá a cada milla...
... mientras nos deslizamos sobre las mansas aguas del río Duero que se encuentran reguladas artificialmente por la construcción de diferentes presas.

El otoño también ha llegado hasta estas latitudes.
Mientras seguimos navegando por el río Duero contemplamos...
... los bloques de rocas que se nos presentan...
... a ambas orillas del río. Recordemos que este cauce sirve de muga entre España y Portugal siendo las tierras hispanas las del margen izquierdo y las portuguesas las del lado derecho si miramos de frente a la marcha de la embarcación.
Cueva.
Si agudizamos nuestra vista, en sitios rocosos situados en la ribera del río...
... podremos observar algún cormorán que curioso contempla...
... a las aguas descender por una pequeña cascada hasta el cauce del Duero.
Aquí podemos observar un "choto" como se denomina a las casas de los antiguos cabreros. No dejan de ser cabañas circulares de piedra, un poco más grandes que una garita, que poseen un falso techo de cúpula.

Los bloques de granito se nos muestran por todas las partes cayendo hasta las orillas...
... y sumergiéndose bajo las aguas que nos muestran una coloración verde esmeralda.
Grafitos naturales originados por los líquenes que se adosan a las rocas y les dan esta llamativa colocación.
Reflejos.
El cielo parece que se quiere abrir ante nosotros...
... mientras nos acercamos a islotes solitarios...
... y observamos las caprichosas formas con que son moldeadas las rocas. Esta se parece a un caballo de un tablero de ajedrez.
Estas paredes, con numerosos salientes, se convierten en un lugar perfecto para el anidamiento de buitres leonados, 
... y cobijo para aves marinas como el albatros.
Poliedros en la roca.
Buitre vigía.
Ya nos estamos acercando a la altura de la presa de Aldeadávila. Esta presa es considerada la obra de ingeniería eléctrica más importante del país. Pero realmente, pese a ello, pasa a un segundo plano al quedarse totalmente eclipsada por la belleza singular de este lugar.
En este lugar nos encontramos ...
... diferentes "picones"...
... que se alzan majestuosos...
... sobre las aguas del Duero. 
Vista de frente de uno de ellos... 
... al cual nos vamos a acercar...
... hasta su misma base...
... para contemplar como la montaña...
... presenta una superficie lisa uniforme...
... salvo estos dos pequeños apéndices que sobresalen en cotas más altas.
Bonita fotografía que nos muestran la roca erosionada.
En este punto regresamos...
... satisfechos por haber contemplado un paisaje que nada tiene que envidiar al de cualquier guía que nos induce a desplazarnos miles de kilómetros para ver algo como mucho igual que lo que acabamos de ver en los Arribes.
Foto de familia.
Regresamos a la "Playa del Rostro".
Arribes del Duero...
... contemplados a vista de pájaro...
... mientras sus aguas serpentean encajonadas entre montañas.

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